(Crítica) Sophia Ruston - El amor era su destino

Sophia Ruston - El amor era su destino

Lady Elizabeth Keswick hace años que está prometida con el joven marqués de Glenmore, un hombre al que jamás ha visto y con el que no piensa casarse a pesar de la presión de su padre. Cuando el marqués regresa, convertido en un héroe de guerra, Elizabeth se promete hacer lo imposible para que él la rechace y rompa su compromiso. Aunque desde el primer momento se siente irremediablemente atraída por él, no está dispuesta a casarse con un hombre de quien pueda enamorarse.

Cuando Alexander, el marqués de Glenmore, regresa a Inglaterra, nada sabe del compromiso que ha orquestado su padre. No obstante, el destino hace que sienta una profunda fascinación por Elizabeth. Él puede ver que, bajo la hermosa frialdad que ella finge, se encuentra una mujer intrépida y apasionada. Lo que no comprende es por qué se resiste tanto cuando ve claramente que el sentimiento es recíproco.


Después de una racha un tanto mala en cuanto a lecturas hacer leído este libro fue una brisa refrescante y no porque sea de esas novelas inolvidables que atesoras en tu mente y recomiendas a todo el mundo, sino porque no es pretenciosa y cumple con entretener.
La narración es pulcra y hace amena la lectura en todo momento, salvo algunos detalles de edición, podría decir que es perfecta.

En cuanto a los personajes principales Elizabeth es una dama un tanto peculiar, dado que no quiere casarse por amor, lo que es una novedad porque la fantasía romántica de las damas victorianas que he leído es encontrar el amor dentro de su matrimonio, pero Elizabeth no quiere un matrimonio donde el hombre la anule y la destruya cuando se canse de ella. Lo que ella busca, por el contrario, es ser quien maneje la situación y controle sus emociones. Durante la lectura vi a una mujer determinada, pero que es superada por la fuerza de sus sentimientos. Este debate interno me pareció correcto y bien llevado.

Alexander es el típico protagonista masculino: rico y con título que busca demostrar su valía a toda costa, a veces no entendía mucho su forma de actuar, pero con el tiempo pude verlo como un hombre romántico, aunque tenía maneras un tanto bruscas de demostrarlo, no solo porque el cliché lo dice, sino porque Elizabeth misma lo desafía constantemente y en algún punto esperé que dejara de intentarlo, sobretodo porque uno de sus amigos se muestra interesado en la joven, pero él no se deja amedrentar.

En cuanto a los secundarios, todos aportan algo, aunque no sean tan relevantes en la historia de amor y me queda claro que cada amigo de Alexander contará con su propia historia.

Una lectura entretenida y ligera que me dejó un buen sabor de boca y una nueva autora a la que poner atención.